jueves, 1 de marzo de 2012

Juan Miguel Recacha: “El día del maratón es, para mí, un día de felicidad”

Juan Miguel Recacha, al paso por el kilómetro 39, antes de entrar en el Alamillo. A la derecha, en bicicleta, Manoli, su mujer
El amor, o algo así, empujó a Juan Miguel Recacha (Coria del Río, 1963) a ponerse a correr hace unos 30 años. Y desde entonces, salvo por los imperativos de las lesiones, no ha parado. Está casado con Manoli, con la que tiene un hijo y una hija. Trabaja como rectificador en los talleres del Ejército del Aire en Maestranza Aérea, en Tablada. Es, sin asomo de duda, hombre de larga distancia. Tranquilo, metódico, detallista y constante. Piensa las respuestas, pero, al igual que hace corriendo, cuando arranca a hablar no se detiene. Disfruta corriendo tanto como hablando de correr. El maratón, que a tantos hace sufrir, es su distancia, su disfrute. Lo tiene domado. Y para ello, además de ejercitar el físico, ha tenido que ejercitar también la mente, esa vaga compañera que no quiere sufrimientos, ni dolor y que constantemente pide que la dejen en paz. Su mente ya está acostumbrada, no habla, no pregunta en el día a día. Sólo lo hace el día de la carrera. Pero Recacha va preparado: la manda a callar, la distrae y sigue adelante. Y al final vence. Siempre vence. Porque poderle a la mente y no plegarse a sus sugerencias es vencer. Porque llegar a la meta con ganas de llorar y reír a la vez es vencer. Y Recacha ha vencido muchas veces. La última, el día 19 de febrero, cuando acabó en el puesto 118 del Maratón de Sevilla, cruzando la meta con un tiempo de 2.49,22, a sólo 50 segundos de su mejor marca, lograda en el año 2007 también en Sevilla. Cumplió con creces.

Son las cinco de una tarde soleada y tranquila. Juan Miguel Recacha abre la puerta de su casa con una amplia sonrisa. Se le ve feliz. Recompensado. Manoli sale al gimnasio. Su hijo sale a correr. Aquí, quien no corre… pedalea. Unos cafés y unos dulces nos aguardan sobre la mesa de la terraza. Y hablamos de correr. Sobre todo, de correr maratones…

-¿Qué fue lo que te incitó a correr?
-Uff. Hace ya tantos años de esto que ni me acuerdo. Porque hace ya unos 25 ó 30 años que estoy corriendo. Lo que pasa es que tuve muchos baches, me lesioné mucho. Pero llevo muchos años. Fíjate, todavía estaba soltero y llevo 27 años casado. ¿Qué me empujaba? Pues supongo que lo que a todo el mundo: el estar en forma, el sentirse bien con uno mismo físicamente… y mentalmente también, porque correr te aporta muchas cosas...

-¿Pero cuál fue el detonante? Algún referente tendrías…
-No, referente no. Creo que lo que más me impulsó fue Manoli, que hoy es mi mujer, que corría con Rogelio. Y quizás por cruzarme más con ella, por verla más a menudo… Creo que había algo de ligue ahí… (Risas). Quizás, ¿eh? Tampoco te puedo asegurar que fuera exactamente eso.

-¿Empezaste y te fuiste directamente a la larga distancia?
-No, qué va. Tardé muchos años en correr mi primer maratón. Estoy operado de periostitis. Cada vez que me ponía fuerte, cuando iba a empezar a preparar el maratón, me venía una lesión. Y hasta que no me operé no empecé a cogerle el tranquillo al maratón… En total he corrido diez maratones y las diez casi consecutivas, así que he estado al menos los quince primeros años sin correr ninguno.

-¿Competías entonces en carreras más cortas?
-No, no. No competía mucho. Corría por mantenerme. Tenía muchos altibajos, de correr cuatro meses y parar cinco. Cosas así. No era atleta.

-Entonces, una vez que está todo en orden, que te operas, que alcanzas una rutina y una regularidad en los entrenamientos, ves que tu distancia es el maratón…
-La verdad es que es la prueba que más me gusta. Hice pruebas más cortas, pero no me gustan. La media maratón no me gusta mucho. Pero el maratón sí. Y tengo muy buenos recuerdos. No sé cuánto tiempo estaría en pruebas cortas, pero sí sé que el maratón es, con mucha diferencia, lo que más me gusta.


"Mi primer maratón fue un trauma. Me paré no sé cuántas veces. No sentí la felicidad del maratoniano"


-¿Y qué tiene el maratón para que te guste tanto?
-Yo qué sé. Tiene tantas cosas… (Pausa para beber agua).

-Bueno, pues vayamos por partes: está el aspecto físico, el mental, los entrenamientos, la familia, la propia carrera… ¿Por dónde empezamos?
-A ver, voy a tratar de recordar. En el primer maratón que corrí no terminé siendo un maratoniano. Estaba muy fuerte, pero empecé a correrlo y fui muy precavido, poco ambicioso, me instalé de la mitad hacia atrás entre todos los participantes. Y yo, que como te he dicho estaba fuerte, empecé a ver cómo me adelantaba gente que iba andando. Para mí aquello fue un trauma, porque la mente me decía “párate, párate”. Y me paré… Me paré una vez y para qué te voy a contar. No sé cuántas veces más pararía. Lo terminé en 3.25. Llegué a meta, pero yo no sentí la felicidad esa que me decían que sentían los que acababan su primer maratón. No la sentí. Me había parado muchas veces y no le di importancia. Pero el segundo maratón fue… Ufff. Hasta se me ponen los vellos de punta al recordarlo.

-¿Fue en Sevilla?
-Sí, yo siempre he corrido en Sevilla menos una vez en Málaga. Y en ese segundo maratón ya hice 2.52, corriendo bien, clavando los tiempos… Al final fue esa alegría inmensa, que es indescriptible, que cuando llegas a meta te entran ganas de llorar… Eso lo sentí en ese maratón. Eso sí. Me acuerdo perfectamente. Son tantos sentimientos, tanta preparación, dos meses que te llevas con la mente puesta todo el día en el maratón… Y que llegue ese día, termines la carrera y la termines bien… Es una felicidad muy grande.

-¿A qué le das más importancia a la hora de afrontar un maratón? ¿Qué es lo que no se te puede escapar de las manos y que tenga que estar bajo estricto control?
-Siempre hago dos meses de preparación específica. Ya lo único especial que hago con vistas al maratón son sólo las tiradas largas. Ya no hago series de 2.000 ni de 5.000, como antes. Eso ya lo tengo olvidado. Ahora hago series de 500 y tiradas largas de dos horas. Así que lo que llevo amarrado es el kilometraje. En esos dos meses puedo hacer 100 kilómetros a la semana. Entonces ya voy con suficiencia y con la confianza de que voy a terminar la carrera. A lo mejor me voy a morir si llevo un ritmo muy elevado, pero la mente no me va a obligar a pararme ni a hacerme creer que eso es demasiado para mí… Ya la mente tiene muchos kilómetros encima, ya que hago semanalmente tres tiradas de dos horas, unos 30 kilómetros, a un ritmo casi de maratón. Muchas tiradas de 1.30 ó 1.40. O sea, que hay que llevar encima tiradas largas, muchas tiradas largas.

-Bueno, pues estamos en el día de la carrera, ¿cuándo decides si arriesgas o te quedas?
-Huy, eso no se sabe. Yo, por lo menos, no lo sé. Yo siempre he dicho que este año iba a arriesgar, pero el día anterior ya estaba diciendo “qué va, no, Juan Miguel, no lo hagas”. Entonces tiene uno muchas dudas. Yo tengo muchísimas dudas. Incluso llegué a salir este año y ya en carrera no sabía si arriesgar de verdad, “voy, no voy, voy, no voy”… Pero hubo una circunstancia dentro de la carrera que me hizo decir: “Voy”. Y de ir a cuatro minutos por kilómetro, que por otra parte quizás me hubiese ido mejor, me puse en 3.50. Y ya tiré hasta donde aguantó el cuerpo.

- Posees una mejor marca de 2.48,32 en 2007. ¿Qué recuerdos tienes de esa carrera?
-Muy buenos, muy buenos también… A ver… Yo lo tengo todo apuntado, todos mis entrenamientos. Desde que preparo maratones más o menos concienzudamente, anoto ya todo el año. Me gusta apuntar diariamente qué hago, cómo estoy, qué sensaciones tengo, los kilómetros, los ritmos… El plan de preparación de ese año lo tengo muy bien apuntado y por eso lo recuerdo mucho, porque lo comparo muchas veces con lo que voy haciendo ahora. Comparo los ritmos de los 500, de los miles, de los dosmiles… Los ritmos que llevaba entonces los voy comparando con los de 2011, 2012… Recuerdo que aquel año, además, no sufrí mucho. Este año he sufrido bastante más. Entonces pasé la primera media en 1.24,08, un ritmo bastante inferior al de este año, pero la segunda media también la hice en 1.24. Y este año, a partir del kilómetro 28 he sufrido mucho, una barbaridad. Pero entonces no.


"Puedo decir que mi segundo maratón ha sido uno de los momentos más felices de mi vida"


-Eso es lo que llaman el muro, el peor momento del maratón…
-Sí, a partir del 28, el 30, el 32, más o menos. Pero tú has corrido también maratones, ¿no?

Recacha, poco antes del kilómetro 25, en la Gran Plaza

-Bueno… He terminado uno. Y, por lo que dices, con la misma sensación que tuviste en tu primero pero media hora más lento. Acabé mal. No tengo esa sensación de ser maratoniano y es algo que quisiera tener. Pero no hablamos de mí, sino de ti. A ver, en un maratón se hace uno muchas preguntas, pero una es recurrente: ¿Qué hago yo aquí?
-Sí que te lo preguntas. Sobre todo cuando vas mal. La mente te dice: “Deja ya de sufrir”, “no corras más”… A mí me ha pasado este año dos veces. No te sabría decir en qué kilómetros, pero lo he vencido y ya está. Sí, te lo preguntas muchas veces, pero mentalmente ya uno va fuerte y está acostumbrado.

-La mente te dice: “No hagas esto, que me estás castigando”. Pero el tío sigue adelante. ¿Por qué?
-Sí, sí. Es que sabe que tiene que vencer. El maratón es más mental que físico…

-El día de la carrera…
-Sobre todo el día de la carrera. Los entrenamientos son más físicos pero también hay que acostumbrar a la mente a salir diariamente a correr… Pero el día de la carrera, entre los kilómetros 27 y 35 hay que estar fuerte mentalmente. Creo que el sufrimiento es más mental que físico. Bueno, el sufrimiento físico ya es una barbaridad, pero en ese momento hay que ser más fuerte mentalmente.

-En resumen, ¿qué tiene el maratón para que volvamos a él una y otra vez? Que acabemos un año y digamos “ya no lo corro más”, y al año siguiente estemos ahí otra vez…
-Es que es una cosa indescriptible, especial, no se puede explicar. Al menos yo no tengo palabras para explicar por qué vuelvo todos los años. Y además me gustaría correr más todavía. No sé… Es una distancia mítica… Yo me divierto muchísimo. Por ejemplo, este año, calentando en el túnel, me puse a bailar. Había por allí una charanga con cinco o seis músicos y ¡tenía una felicidad por dentro!… No sé si es porque ya ves que es el último día, el colofón a dos meses muy duros… Entonces, esa felicidad, el sufrimiento que te queda por llegar, el nerviosismo… Es un compendio de muchas cosas… Y me gusta tener esos sentimientos.

-Porque todo aquel que es ajeno a este mundo piensa…
-…Sí, “vaya gilipollas”.

-Pues vamos a explicárselo…
-Es que es difícil explicarle a alguien que no corre por qué llega uno a esos extremos. No lo va a comprender por mucho que se le diga. Hace falta ser un poco corredor para entenderlo, ¿no?

-¿Qué aconsejarías a esos corredores que aún no se han atrevido a correr un maratón? ¿Cuál sería, a tu juicio, la mejor manera de afrontarlo la primera vez?
-Un buen consejo sería que el maratón empieza a partir del kilómetro 30... Otro: que no se pare, porque no se quedará contento. Y sobre todo, que lo intente, que si algún año le sale bien va a sentir algo que no ha sentido nunca. Mira, los días más felices de mi vida son los de siempre, ¿no? Cuando te casas, cuando tienes un hijo... Pero yo también digo que mi segundo maratón fue uno de los momentos más felices de mi vida. Llegar a la meta como llegué… (Pausa) …Hay que intentarlo, que intente siempre ir controlando, que a partir del kilómetro 30 tienes que saber que la cabeza te va a mandar unos mensajes que no te los ha mandado nunca por muchos kilómetros que hayas hecho entrenando y que en ese momento tienes que ser superior a tu cabeza.

-Aparte de ese maratón, ¿qué otros recuerdos gratos tienes y qué recuerdos ingratos, que también los habrá?
-Sobre todo tengo uno que ahora me hace mucha gracia. Fue en un duatlón. Mi primer duatlón, el Alcalá Panadera, el primero que se celebró. Yo iba ese año muy fuerte. Fui con un amigo que terminaría ganando, José Manuel García Luna, un atleta de élite aquí en Sevilla. Se celebraban el duatlón y la carrera popular juntas y él era favorito para ganar la carrera popular también. Entonces, yo, que monto diariamente la bicicleta en el coche, diariamente ¿eh?, ese día se me olvidó la rueda delantera. ¡Cuando llegué me dio un coraje…! Entonces le dije al que se suponía que era mi amigo: “Déjame tu rueda, tú ganas la carrera popular y así puedo correr yo el duatlón”. Y es que, viendo luego los tiempos, yo podía haber ganado el duatlón. O por lo menos, haber quedado segundo. Eso nunca se me quitará. Pero no quiso darme la rueda. Cuando lo veo se lo recuerdo siempre. (Risas). Porque sigue siendo mi amigo, ¿eh?

-Hay algún compañero que me ha dicho: “Oye, ¿Recacha cuándo entrena? Porque yo no lo veo nunca entrenar y luego llegan las carreras y está el tío fino”…
-Es verdad. Y tiene fácil explicación. Yo entreno por las mañanas y además lo hago en Sevilla, en el parque de María Luisa. Pero no para las tiradas largas. Hago vueltas, series… Por la tarde también entreno, pero en bicicleta. También he tenido una suerte con los entrenamientos: yo rodaba a 4 y algo, pero García Luna, que es militar, llegó destinado a Maestranza Aérea, donde trabajo. Yo tenía puesto el cartel de una carrera y entonces preguntó: “¿Aquí quién es atleta?”. Le dije que yo y me preguntó cuál era mi ritmo y yo le dije que iba a cuatro minutos. Yo iba a más de cuatro, pero le dije a cuatro. Y se echó a reír… Claro, el tío va a 3.20, a 3.10… Y, bueno, he entrenado mucho con ese chaval y me dio un empujón grande. Yo ya tenía conocimientos de series y tal, pero entrenar solo no es lo mismo que entrenar con alguien que además es mejor que tú… Y ya no he parado. Luego vino otro amigo mío, Gabriel Campos, que también tiene una calidad impresionante. Pero ahora entreno solo, porque él no puede. Entrenar con gente mejor me ha venido muy bien.

-¿Cómo se han portado las lesiones?
-Pues desde que me operé de la periostitis, nada. Un poco de piramidal, un poco de tendón de Aquiles, pero que me han permitido correr. Como tengas una lesión que no te deje, es muy difícil entrenar. Sobre todo series. Puedes rodar, pero, también te puede pasar que fuerces otras zonas y te lesiones en otro lado. Una cosa que me ha beneficiado mucho es la bicicleta.

-¿Qué te ha dado la bicicleta?
-Pues creo que me está permitiendo correr todos los días sin lesionarme. Desarrollas unos músculos que no desarrollas corriendo. Estoy más fuerte muscularmente, que tampoco es muy bueno, porque el músculo necesita más oxígeno, pero a mí me ha ido bien. Si yo me lesionase ahora y tuviese que dejar de correr, para mí sería un trauma grave. Pero ya con la bicicleta tengo esa alternativa. Además tengo grupos de ciclistas de montaña, de carretera, hay un ambiente muy bueno. La bicicleta engancha bastante más que el atletismo, quizás porque se hace más en compañía.

-Claro, con la bici puedes variar más, cambiar los recorridos y explorar caminos nuevos. Corriendo es todo más limitado…
-Es muy bonito. Tiene sus desventajas: necesitas más dinero, más tiempo, el mantenimiento, la limpieza… El atletismo tiene las zapatillas y a correr. (Pausa). Además, en atletismo el que te gana es porque está más fuerte que tú. En la bici no, ahí hay que ser un tunante, hay que ser listo, hay que ir con mala leche, “qué me puedes dar para ahorrármelo yo”, “ojalá te caigas”… Es otra cosa. El atletismo es más sano. Sobre todo a la hora de competir.



"Le prometí algo a mi hijo y lo cumplí. No quería fallar por él. Él me ha dado fuerzas para no desfallecer"


-Bueno, pues vamos a centrarnos ya en este último maratón. Recapitula. Nos situamos antes de la carrera. ¿Qué sensaciones tienes? ¿Qué piensas que vas a hacer?
-Al principio, muchas dudas. Lo había preparado bien y me encontraba fuerte. Llevaba un mes diciendo que iba a arriesgar. En los maratones anteriores había hecho 2.51, 2.52 y 2.50. Yo me muevo en esos ritmos y me lo paso estupendamente en un maratón. Me divierto. Pero quería bajar de ahí. Estaba en esas dudas, arriesgo o no… Total, que se me pegó Cardito en el kilómetro 2. Él iba a arriesgar también, pero yo sabía que no iba a arriesgar tanto como yo. Yo creo que él pensaba ir a 4 minutos el kilómetro o por ahí. Entonces me dije: “¿Qué hago? ¿Me pongo ya a lo que quiero ir?”. Más dudas todavía. En el kilómetro 4 ó 5 cogimos al Mixto y entonces pensé: “Bueno, si me voy ahora, al menos se quedan acompañados los dos”. Y en ese momento cambié el ritmo. Me puse a 3.50 y lo mantuve hasta el 24 o el 25. Y ya tenía que arriesgar.

-Y entonces empieza el sufrimiento…
-Yo siempre voy acompañado de mi mujer, que va con la bicicleta, que me facilita los geles y demás. Pero los kilómetros empezaron a hacerse cada vez más largos. Pasé la media en 1.22,43, el segundo maratón en el que he pasado la media más rápido. Y me dije que tenía que intentar no perder mucho en la segunda media y puse otra vez el reloj a cero. Pero ya en el 26 ó 27 el ritmo no era de 3.50, ya estaba en 4.05. Entonces traté de distraer a la mente tocando los botones del reloj, tanto que ya no sabía qué botones tenía que pulsar. Ya estaba pasando los kilómetros en 4.15, 4.10, 4.12… El más lento fue de 4.17. Se me iban pasando muy lentamente los últimos kilómetros. Sufrí una barbaridad. Todos los años son diferentes, pero yo creo que ha sido el año que más he sufrido.

-Estás hablando de unos tiempos en los que yo, y muchos como yo, decimos: “Qué barbaridad”.
-Bueno, depende. Si se lo preguntamos al Mixto, por ejemplo, pues no es una barbaridad.

-Y ahora miremos al que quedó segundo, Alberto Suárez, un asturiano, ciego, que hizo 2.23,24.
-Qué barbaridad. 2.23. Pero no era ciego del todo, ¿no?

-No. Pero es paralímpico… ¿Con esas condiciones se nace o eso lo fabrica uno?
-No. Eso hay que fabricarlo. Bueno, habrá gente que venga con más gracia que otra. Pero yo me lo he tenido que trabajar muy concienzudamente. Creo que eso se hace, pero también creo que no es tan complicado. Yo no soy, ni física ni mentalmente, nada extraordinario. En ese aspecto soy muy normalito. Pero tengo una cosa que es buena: la constancia y la regularidad. Entreno todos los días de la semana. No descanso ni uno. Sólo el sábado, pero ese día me hago cuatro horas y media de bicicleta de montaña con los amigos, que están fuertes. Y los domingos, o bien hago ciento y pico de kilómetros en bicicleta de carretera , o bien corro. No descanso ni un día. Eso a la larga te da mucho. Y si tienes un pelín de inquietud, de motivación, y te encuentras harto de hacer siempre los mismos tiempos, con un poco de información, que hoy eso está a la orden del día, y sufriendo un poquillo en los entrenamientos, en un año o año y pico mejoras. Ir a cuatro minutos no es difícil. Habrá gente a la que le cueste más que a otra, pero no lo veo complicado. Entrenando diariamente, son ritmos asequibles.

-¿Y ese récord local de Francisco Herrera de 2.36 también es asequible?
-Ojú. Ojalá pudiera él repetirlo, ¿no? O por lo menos, correr otro. Pero es impresionante. 2.36 no se consigue con cualquier cosa. No sé cómo llegaría a hacerlo, porque eso no lo ha contado en ningún lado. Por lo menos yo nunca he visto escrito qué hizo para hacer esa marca. Esas cosas para mí son importantes. Con eso me quedo. Hombre, las sensaciones también, pero seguro que las sensaciones mías serían diferentes a las suyas si yo consiguiese llegar ahí. Pero me gusta saber cómo se consiguen las cosas, qué problemas surgen y todo eso…

Por la Cartuja a pocos kms de la meta
-¿En qué piensas cuando corres?
-Este año tenía un pensamiento especial. No quería fallar por mi hijo. Ese ha sido el pensamiento que más fuerza me ha dado cuando ya estaba la cosa debilitada. Fue algo que le prometí… Y lo cumplí. Y también hay otras cosas menores… Tomo café en el taller con unos compañeros, por lo menos somos ocho. Y fregamos dos nada más. Y me hice una apuesta con el otro que friega: si bajaba de 2.50, él tenía que fregar durante un mes. Y eso también se me vino a la mente durante la carrera. (Risas). Pero sobre todo ha sido mi hijo el que me ha dado fuerzas para no desfallecer y no ponerme en 4.30. Otros pensamientos: canto mucho, soy muy cantarín, incluso en voz alta, digo y hago muchas tonterías, me evado mucho. Se dice que evadirse en los entrenamientos es bueno hasta cierto momento, porque si te evades mucho pierdes el ritmo. Te puedes evadir para quitarte el sufrimiento, pero no tanto como para perder el ritmo. Y a mí me gusta evadirme. Mira, en casi todos los maratones he ido con gente como Pedro Mesa y con otros y siempre estoy dándoles ánimo, contando chistes… Voy siempre así. Me gusta mucho hablar. Pero, sinceramente, también lo hago por egoísmo, por evadirme, porque me viene bien evadirme del sufrimiento que pueda llevar.

-O sea, que corres y disfrutas…
-En el maratón sí, pero yo en las medias nunca he disfrutado. El ritmo es un poco agónico. Va uno con carencias de oxígeno y no disfruto. Pero los primeros 25-30 kilómetros del maratón son un disfrute. Voy contando chistes, voy cantando… Normalmente, ¿eh? Porque este año sólo he llegado a dos canciones. (Risas). Pero normalmente voy alegre, voy espléndido, con ganas de bromear con la gente. Hasta el 30, que ya empieza uno a sufrir. Pero bueno ya piensas que queda poca distancia... Pero, en general, para mí es un día de felicidad… Un poco también como te he dicho antes, porque es el último día de dos meses de preparación muy duros, en los que siempre hablas de maratón, piensas en el maratón, vives para el maratón. Pero una media es otra cosa. Es un ritmo más elevado y no me gusta, porque no puedo hablar, ni bromear… Y piensas, “¿todavía voy por el 15?”.

-¿Volverás el año que viene?
-Ahora entro en otra categoría, porque el año que viene cumplo 50 años. Es una pena porque si este año hubiera tenido los 50 hubiera quedado segundo de mi categoría. Así que para el año que viene tengo que estar igual o un pelín mejor. Este año se ha dado la circunstancia de que no ha corrido gente de más de 50 años con buenas marcas, porque años atrás he mirado y había gente de 2.37. Pero este año, el primero ha hecho 2.48, el segundo 2.51 y el tercero 2.54. Y si el año que viene se dan las mismas circunstancias, tengo que estar bien para estar ahí otra vez… Porque, oye, soy competitivo y también me gusta ganar ¿eh?

Jesús M. Martínez Sosa
Fotos: Luciano Zambrano

8 comentarios:

  1. Juan Miguel, felicidades por tu maratón y tu carrera como maratoniano. Voy a responder a tu pregunta, hice 2:36 por varios motivos, no creo que sea un buen maratoniano pero me sacrifiqué mucho y lo hice:

    1.- Todavía era joven, 36 años y con bastante experiencia.

    2.- Estaba bastante rápido en distancias más cortas con 1:12 en media y 32 minutos en 10K.

    3.- Trabajé bastante el kilometraje sin olvidar la rapidez de las series.

    4.- Sobre todo no tuve problemas físicos ni lesiones hasta el día después del maratón, una osteopatía de pubis me tuvo parado bastante, a partir de ahí ya nada fue igual.

    Saludos

    Fco. J. Herrera

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  2. Impresionante entrevista

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  3. Recacha soy el Ostos y te felicito por el gran carrerón que has hecho, a mas de uno nos gustaría poder correr como tu ahora. Te vía entrar, por que estaba en línea de meta en el estadio, e ibas sobrado. Eres un gran atleta..te felicito amigo y a seguir así de bien.

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  4. Hola juanmi me ha gustado la entrevista,pero das muchas pistas alos adversarios. Espero verte este finde y darte un repaso para que no te ollvides de mi, porque yo echo de menos esos entrenamientos y esas cervezas. Ah soy el de la rueda maric....

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  5. Desde hoy formo parte del club de fans de Recacha. Además no ha contado su entrenamiento invisible. Pegarle al Barceló los sábados...

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  6. Felicidades tito, eres todo un ejemplo ha seguir y sigue trabajando duro, soy tu sobrino ivan

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  7. Simplemente.
    No cambies,campeón.
    Soy el que te aguanta todos los dias.

    Nandy

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  8. Juan Miguel, sin más, eres el mejor.

    Floren.

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