Kasia Kosinska, la alegría personificada |
Sólo hace falta saludarla e intercambiar con ella un par de frases para saber que Kasia Kosinska (Jaroslaw, Polonia, 1981) es tan feliz, espontánea y alegre como refleja la fotografía que encabeza esta entrevista. Algunas veces una foto dice mucho de una persona y ésta es una de ellas. Su nombre completo es Katarzyna Sylwia Kosinska, una mujer que, además de ser alegre, contagia su alegría a los demás. Más que una entrevista con una deportista para hablar de su afición, ésta es una entrevista con una persona que, a sus 31 años, tiene un apreciable recorrido vital. Su afán por viajar y conocer mundo la empujó a aprender idiomas (domina el polaco, el castellano, el inglés, el francés, incluso el catalán y ya se ha puesto con el italiano) y a estudiar una carrera (Economía, en la rama de Comercio Internacional) que le permitiera salir y conocer otros pueblos, otras vidas, otras culturas. Ahora, Kasia Kosinska trabaja como responsable de Logística en la empresa Pioneer Hi-Brend Spain, dedicada al comercio de semillas, donde es responsable de exportaciones e importaciones en todo el territorio español.
En Polonia está toda su familia: sus padres, sus abuelos, su hermano mayor, sus dos sobrinos, a los cuales visita unas tres o cuatro veces al año “gracias a que ahora hay un vuelo directo Málaga-Cracovia”. Desde hace seis años, tras recorrer muchos puntos de Europa y de España, vive en Coria con la persona que la atrajo a nuestro pueblo: su pareja, Andrés, coriano de cuna y criado en Ronda, aficionado a la jardinería y a la electrónica que monta en bici, hace senderismo y bucea, pero no corre. Comparten vivienda con una gata que duerme de día y hace vida de noche. Kasia Kosinska ha sido la primera mujer de Coria en correr y terminar un maratón. Lo hizo por debajo de las cuatro horas: 3.59,14. Fue el 19 de febrero en Sevilla. Acaba de regresar de Lisboa, donde ha corrido el medio maratón de la capital lusa. Su ideario en la vida: constancia, autenticidad, paciencia y humildad. Su concepto del deporte es sencillo: “Lo bonito de correr es que en la línea de salida todos partimos de la misma posición, el deportista de élite, el que nunca ha corrido, el hombre, la mujer… Todos queremos lo mismo: participar, correr y terminar la carrera”.
-Vives en Coria, pero naciste en Polonia. ¿Qué recuerdos tienes de tus orígenes?
-Nací en el pueblo de mis abuelos, tanto maternos como paternos, que está muy cerca de la frontera con Ucrania. Mi madre era profesora y mi padre militar y hasta los cinco años viví con mis abuelos. Entonces, hasta los 5 años la enseñanza no era obligatoria y estuve todo ese periodo con mi abuela. Los recuerdos son superbonitos. Mis abuelos eran agricultores y tenían mucho campo. Esos fueron mis primeros años: vida con mis abuelos en el campo, rodeada de animales y naturaleza, jugando con mis amigos, montando en bici o pescando con mi hermano.
-Pero llega el momento en que tienes que ir al colegio…
-A partir de esa edad ya me voy a vivir con mis padres cerca de Cracovia, a unos 200 kilómetros de mis abuelos. Tenía 5 años, pero me acuerdo perfectamente del primer día en la ciudad. Fue un choque porque tenía que empezar a conocer amigos, ir a una escuela… Entonces era muy dependiente de mi madre, que era profesora en la misma escuela. Me daba miedo estar sola. De hecho, en los recreos, cuando estaba con mis amigos en el patio, siempre estaba mirando por la ventana para verla. Si no la veía, lloraba. Ahora me dice: “Cuando eras pequeña siempre querías verme y ahora siempre estás fuera y no te vemos durante meses”.
-Dejas la escuela y… ¿cómo sigue tu vida?
-Desde pequeña tenía en la cabeza que quería viajar, estar fuera, tener un oficio que tuviera relación con otros países. Siempre me ha gustado. Quizá por eso estudié Comercio Internacional. Creo que un modelo para mí era mi tío, hermano de mi madre, que era misionero. Lo mismo estaba en África, que en Bélgica… Viajaba mucho y desde pequeña quería ser como él y conocer gente de distintos países.
-¿Qué deportes practicabas en Polonia? ¿Corrías ya?
-No. No corría. En Polonia es complicado hacer deporte al aire libre con 15 grados bajo cero. En invierno jugaba al baloncesto, al voleibol, hacía natación, aeróbic, senderismo… Hacía mucho deporte en interior.
-Los estudios son los que te llevan a viajar por Europa. ¿Por qué decides quedarte en España? ¿Cuándo dices “éste es el sitio en el que quiero vivir?
-Pues realmente fue por casualidad. Estudié francés e inglés en el colegio y empecé con el castellano en segundo curso en la universidad. Dos años más tarde solicité una beca de prácticas en una empresa extranjera y me la concedieron. Podía elegir entre Inglaterra y España y me decidí por España…
-¿Por algo especial?
-Bueno. Me gustaba el clima. Y el pueblo de mis padres tiene un pueblo gemelo en España, en Tarragona. También quería mejorar mi castellano… Todo eso hizo que me decidiera por España. Me tocó Sevilla, pero aquí en Sevilla no conocía a nadie. Había viajado ya por otras zonas de España, como Cataluña, Galicia y Valencia, pero no conocía el Sur.
-¿Y cómo es que acabas viviendo en Coria?
-Me acuerdo de mis primeros días en Sevilla. Era enero de 2005, justo después de los Reyes. Te puedes imaginar el contraste, recién llegada de Polonia con 10 grados bajo cero y, de repente, me veo en el Parque de María Luisa a 20 grados. No me lo podía creer. Me dije: “Esto es una maravilla. Me gustaría quedarme aquí”. Conocí a un grupo de españoles y españolas. Y así conocí a mi actual pareja, Andrés, que es de Coria y que era amigo de un amigo. Acabé mi periodo de prácticas, volví a Cracovia a terminar la carrera y después regresé a España. Estuve cinco meses en Tarragona hasta que decidí vivir con Andrés y me instalé con él aquí en Coria. Realmente, tuve suerte, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Cuando te sientes bien en un sitio es por la mezcla de varias cosas, pero, sobre todo, es por la gente que te rodea y que te hace sentirte como en casa. Yo me siento así… Y se me nota.
- Hablemos de atletismo. ¿Cómo, por qué y cuándo te pones a correr?
-En Tarragona tenía un amigo que estaba apuntado en un club de atletismo. Yo hacía aeróbic, gimnasio… y este amigo me dijo: “Sal un día conmigo a correr”. Al principio no me gustó nada. Yo decía que eso no era para mí, hacía mucho calor… Pero poco a poco y ya por mi cuenta empecé a correr, a ir a carreras pequeñas. Mi primera carrera fue una popular de cuatro kilómetros. Era el año 2005, en el que casi no había mujeres, pero sorprendentemente en aquella carrera quedé segunda y aquello fue para mí, ufff… Me decía: “Imposible, pero si nunca he corrido”. Y de repente me dan una copa así de grande… Aquello fue una motivación. Y empecé a correr más en serio. Cuando llegué a Coria ya corría…
“Vi cómo Gebreselassie batía el récord de medio maratón en Granollers y me dije que yo tenía que correr esa distancia algún día”
-¿No tuviste ningún referente del atletismo profesional, ninguna figura que te impresionara?
-No, nunca seguí a ningún deportista profesional, pero tuve un ejemplo familiar en mi tía, que siempre me motivaba par ir con ella a esquiar o a nadar. Mi primer encuentro con el atletismo profesional lo viví en 2006, cuando estuve acompañando en bici a mis amigos corredores en la Mitja Marató de Granollers, donde Haile Gebreselassie batió el récord de la prueba: 1 hora y 7 segundos. Aquel día me dije a mí misma: “Un día me gustaría correr una media maratón”. Y un año y medio más tarde en diciembre 2007 acabé mi primera media de Sevilla a Los Palacios con un tiempo de 01:41:52. Aunque mi mejor marca está en 1.37.
Kasia, apurando los metros finales del último medio maratón Sevilla-Los Palacios |
-¿Por qué te haces socia del Club Atletismo Coria?
-Cuando llegué aquí empecé a enterarme, no sé ni cómo, de dónde había carreras populares. No conocía pueblos de Sevilla y fue como una aventura. Un día, en 2006 ó 2007, me apunté a una carrera popular en El Cuervo. Ni siquiera sabía dónde estaba. Esa carrera no sé si la gané, pero sí que subí al podio. Por megafonía dijeron: “Kasia Kosinska, de Coria del Río”. Entonces se me acercaron Sebastián Galán y Mari Carmen Sales, que estaban ese día allí y habían oído la megafonía. Nos conocimos, me invitaron a apuntarme al club y me apunté.
-¿En qué cambió tu percepción del atletismo?
-Antes pensaba que la gente que corre ¿para qué lo hace? Cuando ya eres uno de los que corren lo ves claro: cada uno tiene una motivación diferente. Y luego tiene que gustarte. Y a mí me gusta correr. Al principio puede ser como el café, que lo pruebas y puede no gustarte, pero poco a poco vas cogiendo el ritmo. Si yo ahora me llevo una semana sin correr, me falta algo. Es como una adicción sana.
-¿Y cuál es tu motivación? ¿Qué es lo que te empuja a correr?
-Creo que es un ritual que forma parte de nuestra vida. No es nada que nos empuje. Es más bien una necesidad que tenemos en nuestro interior. Los que nos ven desde fuera no lo entienden. Pero yo lo veo como un hábito. Una vez que te has acostumbrado a correr no puedes dejarlo.
-Me gustan, porque es un lugar en el que te encuentras con la gente. Si vas a dos o tres carreras encuentras a la misma gente y haces amigos nuevos. Una vez, mi compañera en el trabajo me dijo un lunes por la mañana que había visto una foto mía en Facebook y era porque una amiga suya había corrido el día antes la carrera de fondo del Aljarafe y había subido al podio y yo había ido a la misma carrera y también estaba en el podio y, claro, buscando la foto de su amiga me vio a mí. Y ya me hice amiga de su amiga.
-Las carreras nos hacen mejorar… ¿Cómo ha sido tu evolución?
-Mi ritmo no ha mejorado mucho con los años. Por diferentes circunstancias, cada año he ido haciéndolo un poco mejor pero no tanto como para poder decir que he dado un salto. Y en cuanto a resultados, voy para atrás, porque cada vez hay más chicas que corren y ahora no suelo subir al podio. Con el maratón he descubierto que puedo correr muchísimos kilómetros a un ritmo muy suave. Pero me cuesta correr rápido. Una carrera corta de 10 kilómetros la hago entre 45-50 minutos, pero me cuesta mejorar eso. Debería hacer más series y trabajar más la velocidad.
-¿Cómo son tus entrenamientos?
-No suelo hacer series. No me lo tomo como un entrenamiento, digamos, profesional. Sinceramente, nunca he mirado el correr como algo muy serio. Yo entreno o salgo a correr porque me gusta. Me pongo mi chándal, mi música y salgo a disfrutar un poco del día corriendo. Hago 10 ó 15 kilómetros. Pero ahora, pasado ya un tiempo, se me empieza a hacer un poco monótono el repetir el mismo tipo de entrenamiento, las mismas rutas… Ahora sí que me gustaría variar un poco. Ya son muchos años entrenando haciendo lo mismo…
-¿Cuál es tu próxima meta?
-Este año, como aquel que se propone adelgazar o dejar de fumar, mi meta era el maratón. Y para el año que viene será mejorar la marca conseguida. Porque una vez que he probado, me ha gustado. Ya tengo mi marca y ya sé por dónde empezar.
“El maratón fue menos duro de lo que me esperaba. Iba fresca y bromeaba. Estaba tan advertida que no arriesgué”
-Has debutado en un maratón. ¿Qué impresión te ha quedado?
-Realmente, la carrera fue menos dura de lo que me esperaba. En los entrenamientos, nunca había pasado la barrera de los 30 kilómetros. Siempre tuve en la cabeza las palabras de Francisco Herrera, nuestro presidente, y de todos los amigos: “Ten cuidado, porque el maratón empieza en el kilómetro 30”. Corrí muy suave, empecé muy tranquila, muy por debajo de mi ritmo y siempre pensando en el kilómetro 30. Cuando crucé la media iba bien y pensé: “A ver si dentro de 10 kilómetros me voy a venir abajo”. Pero no me vine abajo. También creo que este maratón ha sido, entre comillas, tan fácil, porque tenía muchos amigos en distintos puntos de la carrera, y esto me ayudó mucho. Sabía que en el kilómetro equis tenía a un amigo esperando y más adelante tenía a otro… Y estaba muy pendiente de encontrarlos, lo que me hacía distraerme en la carrera. Vi a mucha gente, también a gente del club. También tenía a tres amigos que me acompañaban en bici. Entonces, desde el kilómetro 30 fui acompañada de gente que me hablaba… Estaban sorprendidos. Me decían: “Parece que no llevas ya 30 kilómetros”. Iba fresca y bromeando. Me sentí muy bien.
-O sea, que la táctica era no arriesgar nada en ningún momento…
-Exactamente. ¡Iba tan advertida y era tan consciente de que eran 42 kilómetros! Había que conservar las fuerzas y no ir rápido al principio. Cuando vi mi carrera en el iPod, era una línea recta, no había picos. Esto no me había pasado en ninguna carrera. Las carreras cortas las suelo empezar fuerte y, luego, que pase lo que sea, pero en el maratón no. Ahí había que conservar. Hice las dos medias en el mismo tiempo.
-Entonces no has visto el famoso muro.
-No, no. Bueno, a partir del 37, en la recta de Torneo, me pesaban un poco las piernas, pero no me sentí mal en ningún momento.
-¿Esperabas bajar de las cuatro horas?
-Mi primer objetivo era acabar, porque no sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo. Nunca había corrido tantos kilómetros y no sabía cómo iba a ir a partir del 25 ó 27. Tenía miedo de tener algún problema de estómago, que aunque últimamente no los tengo, iban a ser muchos kilómetros y nunca sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo. Creo que me sentí tan bien, sin molestias ni en las piernas ni en el estómago, que me olvidé de que estaba corriendo el maratón. Fue muy bonito.
-Acabas de correr el medio maratón de Lisboa. ¿Te gusta más esa distancia o prefieres el maratón?
-El medio maratón lo divido en dos carreras populares. La primera llega hasta el kilómetro 10 y me los tomo como una especie de calentamiento. Lo que pretendo es sentirme bien hasta ese punto. Y a partir de ahí, apretar. En el maratón, como he dicho, no me he planteado apretar. El maratón tiene mucho ambiente y disfrutas más de ese ambiente, yo tenía un auricular puesto y el otro quitado para vivir el ambiente. Disfruté mucho, porque estaba corriendo en Sevilla, con la gente... En el medio maratón estoy más concentrada en el hecho de correr y hacer la marca, mejorar un poco e ir más rápido. En el maratón, para sobrevivir tienes que desconectarte de la actividad de correr, tienes que concentrarte en otras cosas que no te hagan pensar en los kilómetros que te quedan para acabar. Yo disfruté con todo: con las camisetas de la gente, con los ánimos… Es un encuentro que tiene mucho de social, gente que corre en grupo, que habla y que no se centra en hacer marca, sino en acabar, que ha sido mi objetivo este año.
Huy… (risas) En la Sevilla-Los Palacios del año pasado, al quitarme el pantalón del chándal, me di cuenta de que las mallas con las que iba a correr las tenía puesta al revés, con las costuras hacia fuera. Todos los del club se pusieron de espaldas a una pared y yo, entre ellos y el muro, me cambié. Seguro que alguno se acuerda (más risas). También recuerdo el medio maratón de Lisboa del año pasado, que empieza a la entrada del puente, fuera de la ciudad, y acaba en el barrio de Belem, a varios kilómetros. Yo iba como siempre, con mi mochila, con todas mis cosas preparadas, pero miraba a la gente y vi que todos iban sin mochila, sólo vestidos con la ropa con la que iban a correr. La organización no tenía nada habilitado para dejar tus pertenencias y devolverlas en la línea de meta. ¿Cuál era la opción? O no correr, o tirar la mochila, en la que llevaba el móvil, la cámara, etcétera, o correr con la mochila a la espalda. Evidentemente, corrí con la mochila.
- Por último, en las carreras y hablando contigo transmites felicidad. ¿Qué te ha llevado a ella?
- La constancia y ser yo misma me han dado la felicidad. Cuando haces lo que te gusta y vives la vida que te gusta no necesitas mucho más. A la vez, la constancia me ha enseñado a ser paciente y humilde. En este deporte, y creo que en todos los deportes, no se consigue nada de un día a otro. He aprendido de avanzar y conseguir nuevos retos poco a poco, trabajando sin prisa, pero sin pausa. Me he dado cuenta de que con el ritmo de vida que llevamos y con todos los cambios que están pasando alrededor, la constancia es una rutina que me gusta. Y en mi rutina está el momento del entreno. Ese es el tiempo en el que realmente descanso, me pongo mi música y desconecto de todas las cosas. Y a correr.
Jesús M. Martínez Sosa
- Por último, en las carreras y hablando contigo transmites felicidad. ¿Qué te ha llevado a ella?
- La constancia y ser yo misma me han dado la felicidad. Cuando haces lo que te gusta y vives la vida que te gusta no necesitas mucho más. A la vez, la constancia me ha enseñado a ser paciente y humilde. En este deporte, y creo que en todos los deportes, no se consigue nada de un día a otro. He aprendido de avanzar y conseguir nuevos retos poco a poco, trabajando sin prisa, pero sin pausa. Me he dado cuenta de que con el ritmo de vida que llevamos y con todos los cambios que están pasando alrededor, la constancia es una rutina que me gusta. Y en mi rutina está el momento del entreno. Ese es el tiempo en el que realmente descanso, me pongo mi música y desconecto de todas las cosas. Y a correr.
Jesús M. Martínez Sosa
Eres una fenómena y nos alegra mucho que estés con nosotros
ResponderEliminarHola Kasia, me alegro mucho de que formes parte de este grupo de locos que corren, has inyectado mucha alegría en el Club y en todos los que tenemos el placer de conocerte. Un beso y sigue siempre así.
ResponderEliminarEnhorabuena Kasia!
ResponderEliminarMe consta la alegría que transmite esta buena amiga, y que la constancia forma parte de su estupendo carácter, entre otras muchas virtudes.
Un abrazo, mAría